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jueves, 11 de mayo de 2017

5.- PERDIDA POR MUCHO TIEMPO



¿Cuál es la mejor manera de atacar al ministerio? Pues, limitar el territorio donde puede operar el mismo.
En la década de 1810 España sufre fuertes convulsiones, que la pueden cambiar de manera catastrófica....en ese contexto algo tan simple como "el aletear de una mariposa" alterará todo.

Una pequeña batalla entre Darrow y el ministerio, en un minúsculo pueblo de Francia, incruenta, sin victimas, que cambió el futuro de la humanidad.

Salvar un solo hombre significará la muerte de cientos de miles...
Tiempo de Pérdida:1813 
Perdida por mucho tiempo
  

ytusarg.blogspot.com.ar




PRÓLOGO:

El pampero, soplando desde la tarde, había hecho descender la temperatura haciendo más acogedora la conversación en torno al fuego.
Mate va, mate viene, la charla derivaba por caminos insospechados, los temas más inverosímiles eran tratados con igual solvencia y sapiencia.

- Así es amigo, el halago es un arma poderosísima – asintió el escribiente

- No cabe duda, los hombres son como las vacas, si las toreas te encaran, pero si las llevas con palabras adecuadas te siguen a donde quieras. ¡si lo sabré yo!- reafirmó el arriero, recordando los kilómetros que tenía andados llevando arreos vacunos de una a otra parte.

- No sólo eso - continuó el escribiente - si se encuentran las palabras adecuadas se puede conseguir que la gente realice cosas que jamás pensaría en hacer -

El arriero terminó el mate que estaba tomando, se lo alcanzó al cebador, y prestó atención. Ya conocía al escribiente de varias historias, y sabía bien que cuando éste tomaba la posición que había asumido al hacer el anterior comentario, era porque se aprestaba a contar una historia.

Y no se equivocó

- Esta historia tiene muchos inicios, y un final incierto, - comenzó -y está profundamente enraizada con las actividades de una organización que hoy sólo aparece como de ficción, pero que es muy real. Para no complicar mucho el relato hablaremos tan sólo de algunos de los inicios…pero hay muchos más… - dijo esto último bajando la voz, creando la atmósfera de misterio necesaria para la trama. La oscuridad de la noche y la luz del fuego acentuaron la sensación.

- Hace unos años,- continuó - cuando el porvenir de los británicos era muy sombrío, ya que acababan de perder sus colonias en la costa oriental del centro-sur de Norte América (las famosas 13 colonias que dieron origen a los EEUU) y había aparecido Napoleón en Europa, uno de los ministros de la corte recibió la visita de un extraño personaje….


PRIMERA PARTE:
Inicios I: Sinergia

El humo del tabaco hacía más espesa la atmósfera, si es que esto fuera posible.

En torno a la mesa había cuatro hombres, con muchos papeles y plumas de escribir desparramados por todos lados. Una pizarra en un costado se veía llena de esquemas y en las paredes abundaban los planos y mapas.

- Bueno, creo que tenemos un principio de acuerdo - comentó uno de los hombres, vestido de forma algo extraña para la época.

- Así es, creo que hemos delineado una línea de trabajo que haría poner orgullosos a los Pitt - asintió otro mientras daba una profunda sorbida a su pipa, generando grandes cantidades de humo.

- Entonces señor ministro ¿Cómo se hará efectivo el pago?-

- Como acordamos, en metálico constante y sonante. Ni bien el trabajo esté concluido la entrega será hecha-

- Muy bien, tenemos un trato entonces - dijo extendiendo la mano para que el otro la estrechara. Pero no fue así, la conciencia aristocrática del ministro le impedía estrechar la mano de un plebeyo.

El hombre bajó la mano y disimuló la ofensa, la suma de dinero en juego y las posibilidades de negocio que se abrían de allí en adelante, facilitaban tranquilizar los ánimos.

- Muy bien señor- dijo por fin el ministro – usted asegúrese que las cosas sucedan tal como las planeamos y que podamos tener libre acceso a los mercados que nuestra industria necesita…luego haga lo que le parezca con el resultado, siempre y cuando no se le ocurra ni a usted ni a su gente interferir con los intereses de la city- cortó tajante, dejando bien clara la posición de su gobierno y, como era de sospechar, la suya propia.

- Excelencia, dé eso por descontado. ¿Cuándo podremos entrar en contacto con la gente seleccionada?-

- En unos meses, aún nos quedan algunos por convencer, pero ya se hará -

Sin más se levantaron y se marcharon cada uno a sus cosas.

Una vez fuera del despacho, ya en la barrosa calle, bajo un cielo encapotado y lloviznoso, el hombre que lo acompañaba, que no había hablado durante la reunión, le preguntó

- Señor, si esta gente tiene todo tan bien planeado como parece ¿para qué necesita los servicios de Darrow?-

- Para espantar las mariposas David, para eso-

- ¿Qué?-

- ¿Conoces el “efecto mariposa”?-

- ¿Ese que dice que el aleteo de una mariposa en los bosques de Alemania puede desencadenar un huracán en las Bahamas…?-

- No es exactamente así, pero esa es la idea- y se explicó- Todo el plan de esta gente depende de que cada uno ocupe su lugar, y nosotros tenemos que asegurarnos que así sea-

Y rió entre dientes pensando en la ganancia extra de todo ese negocio.

- Me gustaría verles la cara a los del Ministerio del Tiempo cuando todo esto termine. Si la operación “capullo” sale como planeamos no podrán meter más sus narices fuera de su propio patio -

Pensó mientras pisaban las lustrosas calles de Nueva York

- ¿Por qué operación “capullo”? – oyó preguntar y cayó en la cuenta que, posiblemente había estado pensando en voz alta

- Pues- explicó – peyorativamente “un capullo” es un tonto, alguien de pocas luces, y, figurativamente, es una referencia al estado en que la oruga espera a convertirse en mariposa. En una puta mariposa ja ja ja ja - rió de su propia ocurrencia.

El empleado también lo hizo, por compromiso, tontamente. No sabía y no podía entender que la risa de su jefe era, ante todo, un disfrute adelantado de la venganza contra el ministerio del tiempo que acababa de ponerse en marcha.


Inicios II: España

- ¿Tan mal está todo? - preguntó la bella Isabel IV mientras el último rayo de sol se filtraba por la ventana de la habitación de la Zarzuela donde se encontraban.

- Sí su majestad, tememos que sí - contesto compungido el general que estaba dando el informe

- Sea, sospechan que podemos tener un “topo”, un doble agente no descubierto, infiltrado en el ministerio – afirmó ella con disgusto

- Hasta que las investigaciones no avancen, poco más podemos hacer – fue la lacónica respuesta.

- Bueno, entonces si no podemos contar con la gente del ministerio del tiempo ¿Qué sugieren que hagamos? -

- Lo único que se nos ha ocurrido es recurrir a las últimas líneas – intervino el canciller, un hombre entrado en años que parecía sacado de un cuadro de Velázquez

- ¿Cómo es eso? -

- Pues, hemos detectado un ingeniero de mantenimiento en las oficinas de Córdoba de la Nueva Andalucía y una pasante recién reclutada por el ministerio de Lima que sabemos seguro que están limpios y podrían servir para una misión como la que necesitamos -
- ¿Gente sin experiencia? – dudó ella.

- Y, justamente por eso, fuera de la atención de la gente de Darrow – aclaró el general.

- Entiendo, pero ¿A quién pondremos a cargo? -

- Eso aún no lo sabemos majestad -

- Bueno, seguid trabajando, hasta Agosto aún falta algo y alguien aparecerá. ¿Por qué la misión, se hará en Agosto? -

- Sí señora, es la excusa ideal, con las vacaciones no queda nadie en las oficinas del ministerio del hemisferio Norte y a nadie llamará la atención que unas personas del hemisferio Sur realicen una pequeña misión. Ya hemos cursado las indicaciones para que esas personas vengan a Madrid de la forma más discreta posible -

- Una pequeña misión – reflexionó - tan pequeña como el aleteo de una mariposa…y sin embargo…- meditó pensativa, consciente de la importancia de la misión a pesar de lo pequeña que era, tan solo ¡entregar una caja de almendras confitadas!

 
Inicios III: Ciudad de Córdoba, actual Argentina

 Lubricó concienzudamente la puerta y la abrió y cerró varias veces. Ya no chirriaba más.
Aquello no era una mera cuestión de confort, los chirridos, aparte de ruidosos y molestos, a veces causaban interferencias y dificultaban los viajes, haciendo que los agentes no fueran exactamente a los lugares deseados. Así llegaban un par de minutos tarde o unos metros más lejos….cosas que pueden parecer intrascendentes…si no te toca aparecer en el cauce de la cañada durante una creciente de verano, como le pasó a don Pero Gómez….
Pero eso ya estaba solucionado. Se sintió ufano de su trabajo, se consideraba a sí mismo un buen ingeniero y cada vez que solucionaba un problema se enorgullecía de ello, aunque lamentaba que el carácter secreto de la dependencia para la que trabajaba, le privara del reconocimiento de sus pares y amigos y en general pensara que los jefes, tan lejos en Lima o Madrid tampoco se enteraban de nada.

- Buenas noches José ¿aún trabajando?-

- Sí, pero ya termino. En unos minutos me voy a casa-

- Unnnn, no sé, mira te ha llegado esto de Madrid. Nada bueno ha de ser-

Con temor abrió el sobre que le entregaban, debía ser importante pues lleva el sello de la Casa Real

Cuando sacó el contenido casi se muere de la emoción. ¡No lo podía creer!, el que hacía unos minutos estaba protestando que nadie reconocía su trabajo, no daba crédito a lo que estaba leyendo.

- ¿Estás bien? ¿Qué te pasa José? Te has puesto pálido-

- Mira Raúl, mira- comenzó a gritar mientras en su mano movía nerviosamente el mensaje recibido- ¡Es una invitación especial para ir al Vicente Calderón a ver la final de Instituto con el Atlético de Madrid-
- Noooo, que desgraciado…¡qué suerte culiao!-

- ¿Te imaginas al Goti y a Divala juntos?, los del Atlético no tienen esperanza ¡ Y yo voy a estar ahí para verlo!- no cabía en sí de la alegría- ¡Y pensar que casi lo vendemos al pibe! te imaginas, pobre, si se lo hubiese llevado el Palermo como quería, capaz que aún estaría jugando en Italia, en la Juve o algo así y ¡se perdería esta final!-

El compañero, hincha de Talleres, no compartía para nada el exabrupto, pero nada podía hacer.

- Bueno José….-…no pudo terminar la frase porque José lo abrazó tan emocionado que casi lo dejó sin aire.

 
SEGUNDA PARTE

Inicios II

Inicios IV: Ciudad de Lima, actual Perú

Yanay (“mi morenita” en quechua) se paseaba nerviosa por los pasillos de las oficinas del ministerio del tiempo en Lima. De esa oficina dependían todas las operaciones del ministerio en el hemisferio sur.
Su buen trabajo le había costado conseguir esa pasantía. Por supuesto haber sido el primer promedio de la carrera de Sociología en la Pontificia Universidad Católica del Perú había ayudado, pero eso no le quitaba nervios al asunto.

- Bueno niña, ¿Qué le puedo decir? Ignoro cómo ha sucedido esto, pero es una orden real y una orden real es algo que no se puede ignorar-

- Sí señor, lo sé, pero…es que no me siento preparada-

- ¿Para qué? No me diga que tiene miedo a volar-

- No, no es eso- enrojeció, le avergonzaba que el director pensara eso

- ¿Entonces?-

- No sé, que la Casa Real me encargue una tarea a mí, que ni siquiera soy una agente plena. Sólo soy una pasante – aclaró a modo de disculpa.

- Y muy buena señorita – la animó el director y ella volvió a enrojecer de vergüenza, pero esta vez bien.

- Vamos, vamos- insistió el director- tampoco es la gran cosa lo que le encargan, una persona preparada como usted puede hacer el trabajo perfectamente bien en no más de una semana. A parte, sabe que hasta yo he de salir de misión por unos días, con esto de las vacaciones en el hemisferio norte estamos cortos de personal- la animó- Vamos niña-

No había nada que hacer, no podía decir que lo que le ponía mal era tener que trabajar para “la realeza”, que una cosa era trabajar para un ministerio del gobierno y otra trabajar para la reina. Apesadumbrada tomó los pasajes que le entregaban y se marchó a empacar, el vuelo salía esa misma tarde.


Inicios V: Ciudad del Guayra Actual estado de Paraná, Brasil.

Esa cálida y húmeda mañana parecía igual a cualquier otra, pero no lo era, era su última mañana activa. Esa tarde tenía su entrevista de despedida en la Casa Real y luego lo esperaba la jubilación. En realidad, el beneficio se adelantaba algo pues el comienzo de las vacaciones en Madrid hacía que no quedara nadie que pudiera realizar trámite alguno y la Casa Real había decidido adelantar la entrevista. Aunque él aclaró que no era necesario.

En fin, de nada valía condolerse, la decisión ya estaba tomada aunque no la hubiera tomado él.

Con tranquilidad terminó de empacar y se dirigió a la puerta del tiempo que tenía en el corral de la casa. A decir verdad, la misma había sido usada pocas veces, no pasaban muchas cosas en la ciudad. Es más, lo más importante que podía recordar era la misión esa de rescate de indios guaraníes que habían caído en manos de los bandeirantes durante el gobierno de Felipe III. (ver a
tiempo de Navidad)

Nunca olvidaría la cara de Salvador, en vísperas de Navidad, al pasar del frío de Madrid al calor de la Guayra….y sonrió recordando el momento.

Bueno, se animó a sí mismo, vamos. Tenía turno con la consulta de neurología antes de ir a la Casa Real.

Cuando cruzó la puerta no se molestó en mirar atrás, a la vida que dejaba en los trópicos sudamericanos, no tenía sentido, de todos modos posiblemente el avance del Alzheimer lo dejaría sin recuerdos en poco tiempo más.

Cuando apareció en los pasillos del ministerio no le llamó la atención verlo todo tan desierto. Las vacaciones son sagradas.

Saludó al portero y salió a la calle. Despacio caminó por las veredas de Madrid disfrutando de cada paso. Se tomó un café de camino a la consulta.
Luego de revisarlo el médico le pidió unos estudios y le encargó que cogiera cita para la semana siguiente, ni bien los tuviera hechos.

Saludó al médico y se marchó, de nuevo a pie, hacia la Zarzuela. Una vez allí, contra lo usual, lo hicieron pasar inmediatamente.
- Adelante amigo ¿Cómo está usted?- le saludó el edecán

- Bien, bien señor, gracias por recibirme-

- Por favor, venga por aquí, la reina lo espera-

- ¿Reina? – preguntó – hubiese jurado que teníamos un rey- la cara del edecán se ensombreció sin que se le notara

- No, no señor, tenemos una reina, y muy guapa por cierto-

- ¿Sí?, disculpe, debe ser la enfermedad de mierda ésta que me está atacando el coco- dijo enojado consígo mismo, ignorando todo protocolo

- No se preocupe, se entiende- lo disculpó el funcionario- pase, espere aquí un minuto, ya lo reciben - y salió por una puerta lateral

- Ya está aquí señora-

- ¿Y bien? ¿Qué le parece?-

- Ha entrado preguntando por el rey…-

- Nooo – dijo ella tapándose la boca con la mano derecha en gesto de temor.- tenemos que actuar rápido. Esperemos que lo que dicen los médicos sea cierto y podamos conjurar esto antes de que sea tarde-

- El doctor que lo acaba de revisar en la consulta neurológica dice que el Alzheimer aún no está muy avanzado y que podrá llevar adelante cualquier misión que no sea muy complicada-

- Bueno, esta misión es muy importante, pero complicada no es- dijo esperanzada

- Roguemos a Dios que así sea y ese pretendiente no llegue nunca al trono-

- Sí, es lamentable que tengamos que intervenir para asegurarnos que se atragante comiendo esas almendras que tanto le gustan. No puedo olvidar que, al fin y al cabo es un antepasado-

- Sí querida, pero ¡has tenido cada antepasado!- dijo el hombre que acaba de entrar a la habitación, mientras el edecán inclinaba la cabeza en señal de respeto ante el rey consorte.

- Bueno, vamos, pronto sabremos si seguiremos en este mundo o no- sentenció Isabel mientras se persignaba.

TERCERA PARTE: 

La Madrid que no fue

 El sol brillaba esplendoroso sobre la puerta de sí mismo, en aquel luminoso mediodía de mediados de Agosto.

La ciudad lucía vacía, como era lógico en época veraniega. Veraniega por lo menos en esta mitad de España, porque es sabido que la otra mitad, la que está al sur del Ecuador en esta época está en pleno invierno.

Este simple hecho había dotado a España de una ventaja que ningún otro país tenía, la de tener siempre gente trabajando, pues mientras una mitad disfrutaba de sus merecidas vacaciones anuales en Julio-Agosto, la otra lo hacía en Enero-Febrero.

Pasadas favorablemente las conmociones de las guerras de independencia y tras una dura etapa de transformaciones, el imperio se había convertido en lo que era, una gran nación integrada y expandida por todo el mundo.

Sólo los chinos tenían algo parecido en su país de dimensiones continentales, los rusos encerrados en el norte continental y los británicos con su comunidad de naciones.

Esto había llevado a no pocos dolores de cabeza, los ingleses habían estado muy cerca de transformar el imperio en un rejuntado de países más o menos grandes, nominalmente independientes, de España, que fácilmente habrían caído en sus manos, más precisamente en las manos de la “city”, a través de ese nuevo colonialismo económico que habían desarrollado y que tanto éxito les había traído en los lugares del mundo donde habían logrado aplicarlo.

Pero esa era otra historia. Hoy las cortes Españolas con su doble cámara donde estaban los representantes de todas y cada unas de las regiones del mundo: una, donde cada reino contaba con un miembro, lo que los igualaba, desde la más pequeña comarca peninsular hasta la mayor extensión de las regiones americanas, los antiguos virreinatos y otra, proporcional a la población de cada región, mantenía el delicado equilibrio legislando para todos y por todos, cuidando que el primer ministro no tuviera que vérselas sin leyes necesarias y que el rey, o reina, como en estos tiempos, pudiera seguir siendo aquello en que se había convertido la realeza, un símbolo. Símbolo que hoy muchos cuestionaban pero que había servido como elemento de cohesión cuando más se había necesitado.

Todo esto no impedía, por supuesto, que en esta época del año las playas mediterráneas y del Caribe estuvieran llenas de angloparlantes disfrutando del sol del que normalmente carecían.

Si parecía que los únicos habitantes de la España europea eran los turistas. Este año particularmente habían venido muchos desde Córdoba, de la Nueva Andalucía para alentar al IACC que jugaba la final de la copa de la reina contra el Atlético de Madrid. Por todos lados había banderas a rayas rojas y blancas, los dos equipos tenían camisetas con esos colores y diseños, lo que hacía difícil discriminar las parcialidades.

Fuera de ésto estaban los infaltables alemanes, e ingleses, paseando con el torso casi desnudo, tomándose todo el sol que les era posible…si es que les quedaba algún lugar luego de tomarse toda la cerveza disponible en los bares de la ciudad, y los asiáticos orientales que, con sus cámaras fotografiaban y filmaban todo lo que veían, como si les fuera imprescindible registrar todo en vez de disfrutarlo mientras lo vivían.

El teléfono sonó insistente y no tuvo más remedio que atender, a pesar de que estaba a un paso de apagar la luz del despacho e irse de vacaciones. ¡Qué bien se las había ganado!

Escuchó con atención y, conforme escuchaba, la cara le iba cambiando

-Pero señor- atinó a balbucear- ¿no se puede hacer cargo el ministro en Lima?-

La respuesta no se hizo esperar, y, por el tono quedaba claro que no admitía contrapregunta.

-Entiendo, el asunto con el Inca es de vital importancia y no se le puede distraer con una nimiedad como ésta…- asintió y siguió escuchando

-Bueno señor, despreocúpese, me haré cargo, ya veré que patrulla puedo enviar a la misión-

-…….-

-Sí, sé que usted sabe que todo el mundo está de vacaciones en el ministerio y le agradezco que confié en mi nuevamente señor. –

-…..-

-Que tenga unas felices vacaciones Señor-

Sabía que tenía que haber apagado el móvil unos minutos antes. Miró su reloj y suspiró. Tendría que llamar a la aerolínea y pedir que le cambiaran el boleto para el próximo vuelo; eso tendría su costo, pero se podía solucionar. El problema sería que no hubiese lugar, lo cual, en Agosto, no era raro.

Con resignación volvió a sentarse tras el escritorio y a encender el ordenador.

-Buenas tardes, disculpe que la moleste Amelia. Gracias por contestar-

- Ah, que recién se levanta. Disculpe, con esto de los usos horarios a veces me pierdo, lamento haberla despertado, pero es que la necesito por aquí-

-……-

-Sí, si se que está de vacaciones, pero…-

-¡Una semana! Para poder salir de allí ¿Pero dónde está usted Amelia?-

-…..-

-A si, si claro que me acuerdo que me había dicho que se iba a la amazonia peruana en una expedición a las fuentes del Marañón. Bueno, bueno, no se preocupe, ya me las arreglaré siga en lo suyo y que la pase bien. Le espero al regreso-

-…..-

-Sí, sí yo también la aprecio-

Y tachó el nombre de Amelia de la lista. ¿A ver quién sigue?

Marcó el número de Pacino y, para su desconsuelo, una agradable voz con acento de Nueva Granada (Colombia) le contestó que el móvil estaba fuera de alcance, entonces recordó que Pacino había dicho que iba a buscar esmeraldas a las selvas colombianas. Lo tachó también

El siguiente en la lista era Alonso, ni pensar en él, a estas horas debería estar en la estación espacial de Guayaquil, en el Ecuador, a punto de salir hacia la luna en un tour que hacía años venía preparando. Sus buenas horas de entrenamiento y de sesiones de psicoanálisis le había costado estar listo para volar al espacio. Así que también lo tachó de la lista

Pensó en Irene, pero la descartó también, sabía que se había ido a esquiar a los Andes fueguinos y que, por principio, no llevaba el celular estando de vacaciones. ¡Esquiar en mitad del verano! No se privaba de nada la mujer. Pero bien trabajaba para merecerlo…

Recorrió la lista, cualquier funcionario le sería útil, la misión era cualquier cosa menos complicada, mas un capricho de alguien para quedar bien con la Casa Real que otra cosa. Son esos trabajos que él pensaba había que rechazar, pero el presupuesto lo firmaban otros y esas cosas eran pequeñas molestias que se soportaban, siempre y cuando no entrañaran riesgo para la función del ministerio. Y, la verdad, una pavada como aquella no entrañaban ningún problema.


CUARTA PARTE:

 
Una decisión apresurada

- Ehhh, ¿Qué haces aquí Salvador?. Te hacía de vacaciones- escuchó decir desde la puerta del despacho. Ahí, bajo el dintel, con su inconfundible sonrisa estaba Rafael. ¿Cuánto hacía que no le veía? Desde la misión al Iguazú, en la época de la unión dinástica, creyó recordar

- Rafael. ¿Qué haces por aquí?-

- Ya me ves, me estoy jubilando y vengo de la audiencia real…-dijo sin terminar la frase

- ¿Pasó algo malo?- preguntó con aprensión temiendo la respuesta

- No, nada, supongo que será esta enfermedad que me está haciendo perder la memoria-

- ¿Qué te pasa?-

- La vida amigo, la vida. Los doctores dicen que tengo Alzheimer-

- Bueno ánimo, hoy la medicina está muy avanzada y algo se podrá hacer-

- Sí eso espero, porque hubiera jurado que la última vez que nos vimos me habías dicho que teníamos un rey…un tal Felipe VI o algo así y no esta bella reina….Isabel….Isabel…-

- Isabel IV. Sí, sí, es muy guapa, es cierto y parece ser tan capaz como la primera y la tercera. Ojala así sea-

- Falta que nos hace, aunque entiendo que en estos tiempos no es tan importante como en los míos. En fin, como sea, yo ya me estoy retirando ¿te conté que vine a la Casa Real para la despedida antes de la jubilación? –

- Sí, sí me contaste-

- Ah ¿sí?, es que estoy enfermo tengo….tengo… bueno, no importa. ¿Y qué hay de ti?-

- Pues, acá me ves, tratando de armar una patrulla, justo en estos días cuando no hay nadie-

- ¿Una misión…?

- Ah, sí, misión, misión, no se puede decir que sea, más bien parece un trabajo de cadetería. ¿Puedes creer la desfachatez de ciertos tipos de la Casa Real?-

- ¿Qué te pasa Carlos? –

- Salvador – aclaró esté con paciencia – Es que, con todo el mundo de vacaciones un edecán de la Casa Real me ha llamado en nombre de la reina para pedirme que mande una patrulla a llevar una caja de avellanas, almendras o algo así a un pariente del siglo XIX! – y se quedó callado unos segundos mientras Rafael lo observaba atentamente, luego continuó.

- Disculpe amigo, es que soy un hombre paciente, pero a veces me cuesta trabajo serlo. Digame ¿Qué tanta importancia puede tener satisfacer un capricho de un príncipe del siglo XIX? El ministerio no está para eso.-

- Bueno Ricardo, no te enojes, a lo mejor hay algo oculto en esa misión. Bien sabes que a veces los jefes no cuentan todos los detalles a los subordinados- Salvador se puso tieso, aunque fueran conocidos, quizás amigos con Rafael, no resultaba agradable que le recordaran que era un simple ministro.

- Sí, puede ser – acepto a regañadientes- pero he estudiado al príncipe en cuestión y más allá de haber sido un tipo bastante “zoquete”, como la mayoría de esa época, no tiene nada de extraordinario. ¿Qué puede influir en la historia que un inútil así reciba o no una caja de almendras?-

- Uno nunca sabe-

- Como sea, las órdenes son para cumplir y esta no será una excepción, solo que no encuentro a quien mandar, está todo el mundo de vacaciones- concluyó y, con un gesto de resignación mientras levantaba el teléfono agregó- al final deberé ir yo. Le avisaré a mi nieta que se demorarán las vacaciones-

Los ojos de Rafael se iluminaron con una pizca de picardía antes de preguntar

- ¿Y porque no voy yo?-

- ¿Tú Rafael?, pero si ya estás jubilado-

- Técnicamente no, recién lo estaré el primer día de Septiembre, hasta ese momento aún soy agente del ministerio-

- ¿Y harías eso por mí?-

- Por su puesto Alberto, ¿para qué están los amigos?- Una sombra de duda cruzó la mente de Salvador, ¿sería seguro enviar a un hombre que se olvidaba de cómo se llamaba?

En esa cavilación estaba cuando sonó el móvil

- Sí, sí querida…-

- ……-

- Bueno, dile a tu mamá que venga a buscarme, tengo todo aquí en el ministerio-

- …..-

- Sí, sí, la abuela nos encontrará en el aeropuerto –

- …. –

- Yo también te quiero Mile, nos vemos en un rato, chau chau- y corto

Rafael seguía allí, mirándolo, ¿Qué hacer? ¿Quién lo acompañaría?

- Pero no puedes ir solo –

- Eso no es problema, en el avión conocí un par de chicos muy amables que estarán encantados de acompañarme- aseguró, olvidando que había llegado a Madrid por una puerta, no en vuelo de avión.

- ¿Agentes del ministerio? Supongo-

- Sí, sí, una pasante de Lima y un ingeniero de mantenimiento de Córdoba de la Nueva Andalucía-

- ¿Y qué hacen aquí?-

- La enfermera me contó que venía a hacer un curso de no sé qué cosa y el otro, creo que es un ingeniero o algo así, viene a ver un partido de fútbol, me dijo-

- Fútbol…pobre muchacho, si viene de Córdoba debe ser simpatizante de Instituto…los vamos a pasar por arriba…en fin- comentó pensando en el partido que se acercaba, al que no podría asistir por estar fuera de Madrid.

- Bueno- aceptó al fin – toma, ésta es la caja y éstas son las instrucciones y el número de puerta, estará habilitada para que la usen, pero ¡por favor! ¡No se olvide de cerrarla cuando regrese!.....y, no hagan nada más que entregar el paquete, no tentemos al demonio-

- Salvador, llevo años en esto, no te preocupes-

Los dos hombres se saludaron, justo cuando de portería le avisaban a Salvador que lo habían venido a buscar.


 QUINTA PARTE: 


 Misión de Venganza

 Así, parado frente a la pizarra inteligente, parecía más un profesor universitario que el director general de una gran corporación.

Bien visto esto último es lo que era, al fin y al cabo, el puesto de director general de Darrow, o de “la corporación” como más usualmente se la llamaba internamente, era como ser docente, había que serlo de nacimiento, de modo que pudiese transmitir las decisiones de la forma más adecuada para que todos las entendieran, lo mismo que en el aula.

Al mismo tiempo, era solo eso, un director general, que, como tal, tendría poder absoluto mientras los “accionistas” lo mantuvieran en su puesto, y eso dependía de una sola cosa, los resultados.

Los resultados, siempre los resultados….a veces envidiaba a la gente que dirigía, que pensaban de él muchas cosas, en general ninguna buena, pero que lo entendían como un ser todopoderoso, como un dictador acaso, independiente, sin condicionamientos… y sí, así sería si no fuera por los malditos resultados.

Por supuesto sabía que no era ni el primer ni el último hombre en esa posición y que todos sus predecesores, de una u otra manera, alguna vez, se habían enfrentado a sus mismos dilemas. No sólo dentro de la corporación, los reyes absolutistas de la Europa de los siglos XV a XVIII, el Inca o los emperadores chinos, los presidentes norteamericanos o los soviets rusos y tantos otros a cargo de poderosas organizaciones, todos eran juzgados en función a los resultados. La diferencia estaba en los medios que cada uno de ellos tuvo a su disposición y los tiempos históricos en los que actuaron.

Si se los juzgaba cuantitativamente, sin duda ninguno había tenido tantos medios a disposición como él, pero también era cierto que los demás contaban con condiciones sociales distintas a las que enfrentaba él, los tiempos eran distintos.

A lo largo de la historia siempre hubo que tomar decisiones desagradables, a los vencidos nunca les agradó soportar las pérdidas, pero, en general, había un consenso de "que el mundo era así”, "que el que perdía pagaba” y era comprensible que se lo obligara a eso…

Lentamente se dio vuelta, dejando los gráficos de la pantalla a sus espaldas y encarando directamente a los otros directores de áreas, allí reunidos, en torno a la mesa, cafés en mano.

Con gesto estudiado pasó su vista sobre cada uno de ellos, viendo la incomodidad reflejada en los rostros de los más viejos y el fastidio en los de los más jóvenes.

Al final, tomando aire profundamente antes de hablar, espetó

- Y bien señores, la situación es clara….espero sus opiniones -

- Una invasión – empezó a decir uno de ellos

- No es posible – contestó otro – sería demasiado onerosa y generaría un rechazo general-

- Sí, pero ya hemos visto que no se les puede dejar solos, sistemática y reiteradamente, cuando hemos aflojado el control, han vuelto a rehacerse y la última vez hasta se atrevieron a atacar a uno de nuestros asociados…-

Una sonrisa general recorrió la sala ante esta última afirmación, pues todos sabían que ese “supuesto ataque” había sido una genial maniobra, pergeñada en esa sala, para poder luego proceder al desarme de ese pueblo sin despertar demasiadas suspicacias.

Sin embargo el director general no sonrió, pues él comprendió exactamente lo que el otro había dicho, pues, si bien era cierto que todo había sido un engaño, los protagonistas, por lo menos los que fueron al frente, no lo sabían, ellos habían ido a pelear honradamente, aún cuando sabían que estaban en inferioridad de condiciones y era una guerra que no podían ganar. Y el pueblo los había acompañado, pues representaba una reivindicación nacional, la reivindicación de un pueblo harto de estar relegado, un pueblo que se sabía merecedor de mejores logros y que había demostrado estar a la atura del desafío, como otras veces en la historia, un pueblo al que había que derrotar en la mesa de negociaciones, porque hacerlo en el campo de batalla era muy costoso, cuando no imposible.

Sí, él también estaba convencido que la solución pasaba por la invasión del territorio que permitiría diluir la sangre combativa de ese pueblo. Había que quebrarlo en sus raíces, pero no se podía hacer a la antigua, había que buscar nuevas maneras.

En torno a la mesa de reuniones las conversaciones se fueron caldeando, cada uno defendiendo sus puntos de vista.

Eso lo hastiaba y satisfacía a la vez. Hastiaba verlos así, como una jauría de perros hostigando a la presa, le helaba la sangre pensar qué pasaría si él se convirtiera alguna vez en la presa; por otro lado, mientras las cosas siguieran como hasta ahora, era un gusto trabajar con gente tan comprometida con el trabajo. Cualquier rey, presidente, o emperador habría estado satisfecho con generales como esos, ¿Por qué no hacer lo que todos querían, lisa y llanamente mandar tropas y arrasar con todo? Los romanos lo habían hecho con Cartago, el zar Pedro I lo hizo infinidad de veces y otro tanto hicieron los incas o los aztecas, y ni que hablar de lo chinos o los norteamericanos….si era lo más normal del mundo, siempre había sido así…..pero no, él no podía, porque ellos habían hecho de su “debilidad” su mayor fuerza, era una especie de reaseguro que habían ido forjando con los siglos, la imagen de víctimas eternas, “todos los otros (o sea ustedes) son malos con nosotros”…

Como sea, aunque se pudiera mandar un ejército de ocupación, el costo sería exorbitante, mantener tantos soldados como hacían falta, darles de comer, alojarlos, pagarles y además el costo propagandístico para convencer a todos que sólo lo hacían porque era estrictamente necesario, que no tenían interés de invadir ningún otro país….no, no, no, definitivamente una invasión no era posible….y sin embargo seguía pareciendo la mejor opción.

Pero Darrow debía seguir teniendo un perfil bajo, cuanta menos publicidad, mejor. Sus negocios, lejos de desaparecer por el duro golpe recibido con la muerte de Ferguson, habían “evolucionado”, ahora los intereses estaban “más diversificados”, eran más lucrativos y seguros….o lo serían, “si consolidaban la acción en curso, esa que lo mantenía insomne desde hacía tanto tiempo, esa que se aprestaban a concluir ahora”. Si tenían éxito, el mundo estaría al alcance de sus manos y ya no temerían más a esos molestos “gallegos” del ministerio del tiempo.



SEXTA PARTE:


 Misión Capullo

¡Qué extraño que era ésto de moverse en el tiempo!, esa reunión de la que participaba no existiría si la misión que se llevaba a cabo en el siglo XIX fallaba…y sin embargo estaban ahí ¿significaría que habían tenido éxito? ¿Habría algún otro tiempo en el cuál los del ministerio del tiempo frustraban sus planes y eran ellos los que mostraban un plan de objetivos como el que él veía en su oficina?. Discretamente pidió una aspirina.

Todo había sido meticulosamente planificado, el objetivo era claro y el premio enorme. Seguramente la opción válida era la que daba a ellos como ganadores.

- Señores - llamó la atención de todos golpeando la mesa con el puntero láser.

El pequeño golpe fue suficiente para acallar el murmullo, ello le satisfizo grandemente, porque era su prestigio, no el sonido, lo que había producido el silencio.

- Debemos analizar ahora la misión “capullo”. Luego seguiremos hablando del tema anterior -

El grupo de accionistas se componía de distintos tipos de personas, los había idealistas, aventureros, poderosos hombres de negocio, algunos políticos inescrupulosos y los infaltables financistas que preveían de antemano las jugosas ganancias que obtendrían si los conjurados tenían éxito. Todos interesados en la misión “capullo”, que por supuesto estuvieron acuerdo en el cambio de tema.

Uno de ellos, el jefe de proyecto, tomó la palabra ante la indicación del director, explayándose con los prolegómenos de la misma, dando algún que otro detalle de color para amenizar la exposición y sobre todo resaltando los avances en la misión

- Nuestros socios, mediante la genial idea de crear logias secretas, han logrado captar la atención de los hombres que parecen más adecuados para llevar adelante las acciones de guerra que serán inevitables, así como a aquellos que se encargarán de blandir las plumas para dar sustento ideológico a los movimientos. -

- Afortunadamente la situación global del periodo es propicia, abundante en ideas revolucionarias y contrarrevolucionarias que facilitan el trabajo - agregó uno de los técnicos ante la mirada con la que le había señalado el jefe de proyecto.

- Efectivamente las ideas de libertad e igualdad – y una sonrisa cómplice circuló entre los presentes- bueno, los hombres son capaces de creer cualquier cosa- se explicó innecesariamente el expositor

- Esas ideas movilizan a los románticos, de la misma manera que los reaccionarios son movilizados por su conservadurismo. Las acciones del príncipe austriaco Klemens von Metternich serán de vital importancia para apuntalar la ideología de nuestro “capullo” y asegurar el éxito de nuestra misión…-

El sorpresivo ingreso de una temerosa secretaria interrumpió su exposición. La mujer, con paso inseguro se acercó hacia él y le dio un papel.

- ¿Sucede algo?-

- Nada que no podamos controlar señor – eso significaba sólo una cosa, problemas. Y si había algo que él no quería en ese momento eran problemas; en medio de la reunión de directorio
 discretamente fingió cansancio y pidió proseguir la reunión después del almuerzo. Cosa que todos aceptaron gustosos.

Una vez a solas con el jefe de proyecto le pidió el papel que le habían traído y lo leyó, mientras el otro palidecía notablemente.

- ¿Qué es esto? ¿Agentes del ministerio del tiempo operando en la época?- gruño - ¿no los habían neutralizado a todos?, ¿Para qué me hicieron autorizar el presupuesto para desarrollar el gas de la memoria si no da resultados?- concluyó con un golpe de fastidio sobre la mesa

- No señor, el gas no ha fallado -

- ¿Y entonces? -

- Aún estamos averiguando qué pasó, sospechamos que la cámara de la reina está tras esto –

- ¿Cómo es eso?-

- No sabemos cómo, pero tememos que hayan detectado que intervenimos para evitar que “el capullo” se ahogara, alterando la línea de tiempo que hizo de Isabel IV la reina de España

- La reina, ajá, ¿y qué piensan hacer? -

- Tenemos un plan B señor, no se preocupe -

- ¿Qué no me preocupe? ¿Cómo lo piensan solucionar? -

- Recurriendo a sus enseñanzas señor- la respuesta lo dejó helado, o el jefe de proyecto era un reverendo chupamedias, o era un tipo peligroso que aprendía rápido

- Supongo que no pensará recurrir a la violencia, si lo va a hacer debe ser muy cuidadoso para que nadie lo advierta-

- No señor, ni bien nos confirmen los datos de las personas que parecen haber atravesado la puerta yo mismo me encargaré. Si una de las personas es quién pienso será fácil neutralizarla - y no dijo más nada ocultando la jugada que tenía planeada

Efectivamente, pensó, se trata de un reverendo hijo de puta, muy útil en la empresa, pero peligroso. Los hombres que piensan solos son de cuidar. Mentalmente anotó no perderlo de vista.

Se levantó, le dio una palmada de aliento y lo animó a seguir adelante, recomendándole que le tuviera al tanto de todo lo que pasara.

Cuando se retiró se fue a su cuarto, se cambió de ropa y se marchó a la época en cuestión. Una cosa era mostrar confianza en un subordinado y otra muy distinta era tenerla. Menos en una misión como esa.

SÉPTIMA PARTE:

 
Valençay.

 Era una suerte que Napoleón, en su interés por mantener alguna apariencia de legalidad y asegurar la colaboración de su huésped, si fuera necesario alguna vez, hubiese decidido colocar, aunque sea nominalmente, bajo dominio español los dominios donde tenía cautivo al real heredero que legalmente tenía derecho a la corona que ahora portaba su hermano José, “Pepe Botella”.

Por su puesto esta “dominación” española sobre las zonas de Valençay, carecían de todo sentido, pero eran suficientes para permitir el funcionamiento de una puerta del ministerio.

En el ministerio tenían prohibido usar esa puerta, por orden real. Sin embargo, como la alternativa para cumplir la orden del edecán hubiese significado exponer a agentes inexpertos a recorrer cientos de kilómetros por territorio enemigo, se autorizó excepcionalmente su uso.

Uno a uno fueron atravesando la puerta y entrando en la pequeña ciudad, más que ciudad una aldea que no llegaba a los dos mil habitantes, cuyo único mérito, aparte de tener al rey español como prisionero era poseer un queso de relativo renombre.

Caminaron lentamente por las estrechas calles. Tanto la pequeña socióloga Yanay, como José, el ingeniero, era la primera vez que caminaban por otra época y todo les llamaba la atención.

La suciedad y pobreza generales herían su susceptibilidad, especialmente de Yanay que confirmaba su certeza de que la situación de esas pobres gentes se debía a la acción de los reyes de Francia

- ¡Y eso que no estuvisteis aquí en la época de … de… ay, ¿Cómo se llamaba ese rey tan poderoso que sus buenos dolores de cabeza nos causó- se preguntaba Rafael tratando de recordar a Luis XIV

- No importa cómo se llamara abuelo. Me alegra que la revolución los haya derrocado a todos dijo con enojo la socióloga y más despacio, por las dudas, agregó- lástima que aún tengamos los nuestros-

- Bueno basta de hablar- dijo José- vamos así allí, a la puerta esa que nos dijeron, y se encaminaron a la residencia indicada.

Al llegar, antes de llamar, Yanay notó que José no estaba

- ¿Dónde se ha metido? – preguntó a Rafael

- ¿Quién? –

- José, el ingeniero cordobés –

- ¿Un ingeniero? ¿para qué necesitamos un ingeniero?-

- Uyyy- gruño- espera aquí Rafael, lo voy a buscar. Ahí está – dijo indicando hacia un pequeño tumulto donde se veía al joven haciendo jueguito con una pelota de trapo en medio de un nutrido grupo de chicos que le miraban asombrados.

- Vamos – le dijo tomándolo jocosamente de una oreja, cuando José se agachó para levantar el balón del suelo

- ¡Ay no tires que duele!- grito entre risas, ante la pulla general de los niños, que seguramente recordaban el accionar de sus madres. Que las madres siempre han sido madres, en cualquier época del mundo

- Vamos José, hagamos lo que nos han pedido y luego te quedas un rato a jugar- lo amonestó Yanay y regresaron junto a Rafael

En la puerta los atendió un hombre servicial, pero hosco. Evidentemente o no tenía la educación necesaria o no estaba conforme con el soberano a quien servía.

- Pasen, “su alteza” los atenderá aquí - les dijo y se marchó

Al rato, por una puerta del fondo de la habitación, acompañado por dos criados, apareció un hombre de unos treinta años, no muy agradable, por lo menos no para los cánones modernos, que con paso despatarrado se encaminó hacia ellos.

Al verlos se dirigió directamente a Rafael, el mayor del grupo, a quien tendió la mano en evidente acto de beneplácito que el viejo agente realizó cumplidamente besando la real mano.

Luego dirigió una mirada rápida a José, a quien tomó por un plebeyo o persona de rango menor y, por supuesto ni miró a Yanay, que, aparte de ser mujer, tenía la piel cobriza y el porte achaparrado que la identificaba plenamente como una indígena de los reinos sudamericanos, indigna por tanto de la atención real.

Muy grande fue el esfuerzo que tuvo que hacer la muchacha para no saltar a la real yugular del “capullo” que tenía delante.

La fuerte mano de José y la mirada reprobatoria de Rafael ayudaron a contenerla.

- Y bien señor, ¿Qué os trae a mi presencia?. Me dijeron que teníais para mí noticias de una persona real. ¿Acaso será que el emperador se ha decidido a adoptarme?- dijo esperanzado en que la respuesta le llegara del mismo Napoleón ante quien no había dudado en rebajarse hasta el punto de solicitarle fuera su padre adoptivo.

- Me temo que no, su alteza – dijo Rafael – se trata de un presente que os quiere hacer llegar una pariente lejana – concluyó mientras le pedía a la muchacha la caja.

Ésta se la entregó a regañadientes, mientras le maldecía en quechua

- Ojalá se te atraganten cabrón -.

Rafael, que entendía el idioma la miró con una mezcla de miedo y reprobación.

- Qué quiere, me cae mal - se excusó en un susurro Yanay

- Su alteza – Pidió Rafael extendiendo hacia la real figura la caja que le dieran.

- Ah - fue el despectivo comentario del convidado, mientras tomaba una confitura de la caja y se la metía en la boca

La degustó con desdén ante la vista de todos los presentes. De pronto sus ojos se entornaron, su respiración se hizo dificultosa y su cara comenzó a tornarse azulada en evidentes espasmos de ahogo.

Uno de los sirvientes que lo acompañaban, extrañamente atento a lo que sucedía, reaccionó con rapidez pegándole un buen golpe en la espalda, haciendo que tosiera y expulsara la confitura que se le había atragantado.

- ¡Bruja! ¡Brujería!- gritó el rey señalando al grupo

Instantes después, los patrulleros con la caja de avellanas fueron arrojados a la calle sin ningún tipo de miramientos, ante la vista satisfecha de un extraño monje que se les acerco

- Êtes-vous d'accord?- les preguntó.

Ninguno de ellos hablaba francés, por lo tanto sólo le respondieron con un circunstancial gesto de cabeza y se marcharon renegando del mal rato que habían pasado.

De camino a la puerta, Yanay regaló la caja de avellanas a unos niños que corrían por allí, los cuales las aceptaron gustosos entre risas de alegría y palabras de agradecimiento

- Esto es mucho mejor que esos aristócratas mal nacidos - dijo dando un golpe a la puerta, luego de pasar de regreso al ministerio.

El monje que los observaba de lejos tuvo que aceptar que el plan “B” de su subordinado había tenido éxito y que se podía volver a su despacho. Darrow requería de su conducción continua.

Si no se cruzaba ningún otro “problema” ya nada detendría el avance del plan y España dejaría de ser lo que era, dejando limitado el accionar del ministerio, a partir del siglo XIX, al territorio europeo de España. Eso les dejaba libre todo el mundo. ¡Un negocio genial! ¡Ferguson jamás habría sido capaz de algo así! Se felicitó mientras regresaba a su oficina.


OCTAVA PARTE


Regreso

 La misión se había cumplido, ya que el encargo había sido entregado al rey, aunque las golosinas, en vez de ser disfrutadas por un aristócrata energúmeno, habían ayudado al disfrute de unos 10 chicos del pueblo llano. Sus rostros agradecidos eran recompensa más que suficiente.

A parte, ¿Quién notaria la diferencia? ¿A quién podía importarle quién se había comido las almendras? Seguro que nadie, así que todos tranquilos.

Además faltaba poco para la final, pensó José y no era cosa de andar llegando tarde por culpa de un príncipe goloso.

A veces, el que los subordinados no conozcan la verdad de su misión hace que ésta tenga falencias. Son los riesgos que se corren al actuar secretamente.

Sin pensarlo dos veces satisfechos y felices de la extraña experiencia vivida marcharon por la puerta por la que habían llegado y la atravesaron.

- ¿Dónde estamos? - preguntó Rafael al ingresar en los pasillos del ministerio, cada vez más desorientado

- En el ministerio abuelo - le aclaró suavemente Yanay que le había tomado cariño, siempre tan atenta y solícita ella, no cabía duda que la ayuda social era lo suyo.

- Ah, si, mi amigo Julián trabaja acá. ¿Les conté que yo era agente del ministerio en el siglo..siglo…-

- Si don Rafael nos contó eso y que vino a recibir el saludo de la reina antes de jubilarse -

Y así, conversando animadamente se encaminaron hacia la puerta de salida.

Antes de llegar a ella los sorprendió ver 3 hombres, enfundados en trajes como los que usan los apicultores, fumigando la zona.

Estos, sin darles tiempo a cubrirse las caras siquiera, les echaron encima el humo que salía de sus máquinas y….

Al abrir nuevamente los ojos los tres se encontraron fuertemente agarrados por fornidos guardias.

- Bueno, por fin despiertan- dijo un hombre de serias facciones - ¿pueden explicar qué hacen aquí? -

Los tres se miraron sin comprender, efectivamente no sabían qué hacían allí, es más, ni siquiera sabían qué era allí.

- ¿Salvador? - preguntó de pronto Rafael

Al escuchar su nombre Salvador pareció reconocerlo

- ¡Rafael! ¿Qué hace usted aquí? -

- Pues, he venido a recibir el saludo de la reina antes de la jubilación- contestó Rafael muy ufano

- ¿Reina? ¿Qué reina? ¿De qué hablas Rafael?-

- Pues de Isabel IV, esa muchacha tan guapetona que tenéis de reina en esta época..o eso creo…-dudó – aunque, me parece que cuando nos vimos en el Paraná me habíais dicho que reinaba un tal Felipe…Felipe-

- Felipe VI-

- Ese, ese, pero… a mi me parece que el saludo real me lo dió la reina-

- Ah, doña Leticia, ella sí es guapa-

- No, Isabel, ¿o era Leticia? Disculpa, es que con los años….-

- No te preocupes amigo, ven vamos a mi oficina a tomar un café y me cuentas mejor- invitó Salvador

- Sí, es lo mejor Gaspar- aceptó Rafael

- ¿Cómo salió Instituto? – Se escuchó que preguntaba el hombre joven

- Señor,¿Qué hacemos con estos dos? - preguntó el jefe de la guardia

- Pues, terminad de interrogarlos y luego los deportáis por indocumentados. Ninguno es español -

El guardia se cuadró en un saludo marcial y se marchó llevándose a Yanay y a José que aún parecían victimas del aturdimiento.
- Señores - dijo para pedir silencio con la copa en alto – pido un brindis por nuestro director general cuyo hábil manejo de la situación nos ha abierto las puertas de las riquezas de América. ¡¿Qué digo de América?! ¡del mundo! - y todos rompieron en un estruendoso aplauso

 En el gráfico de resultados, en la pantalla tras el director, se veía claramente la línea de resultados.
No podía pedir más, la magistral jugada de desmembrar España lo había convertido en la persona más importante. Todas las grandes compañías querían hacer negocios con ellos o sus asociados ¡si ¡hasta la gente del odiado ministerio del tiempo había que tenido recurrir a ellos en busca de presupuesto!. No, no directamente a Darrow, el nombre se mantenía al mayor resguardo posible, el presupuesto les era facilitado por una compañía norteamericana asociada, una que como pantalla se dedicaba al negocio de las películas y series por internet, pero no importaba que ellos no supieran quién estaba detrás de todo, ellos sabían que se habían vengado.

A los del ministerio les hubiese convenido más que Lola no existiera y Ferguson siguiera al frente de las operaciones. Al fin y al cabo el viejo era un incapaz de pocas miras.

Pero no era así, ahora él estaba al frente y la diferencia se notaba.

Sin lugar a dudas sería difícil para otros superar sus logros.

Sin embargo no todo era alegría, al menos no para él que era consciente de las fisuras del plan. El gas, tan efectivo, había demostrado no ser efectivo con el anciano. Paradójicamente el Alzheimer parecía haberlo protegido…. No era muy peligroso, pero era necesario atender a eso.

Otro punto que requería atención eran los lectores. No se podía saber quién ni dónde leían. Sería necesario ubicarlos para llegar a algún acuerdo con ellos. En general unos buenos billetes eran suficientes, y ellos ofrecían bastante más que unos buenos billetes.

De hecho, si ha leído todo este relato preste especial atención al siguiente video. Muchas gracias.





EPÍLOGO

Cuando terminó el relato, el silencio quedó flotando en el aire, hasta que el arriero habló

- Vaaaa , ¿Quién se va a creer esto? – exclamo el arriero

- ¿No le gustó? -

- Se, bue, ¿Qué le puedo decir? Cuenta cada cosas usted- al tiempo que se levantaba para irse, dio unos pasos, como dudando de algo y preguntó:

- ¿Para qué puso ese video?-

- No sé, me pareció no más -

- Lo suponía. Bueno que tenga buenas noches –

- Buenas noches –

Eran amigos desde el primer relato, pero eso no hacía que el arriero fuera más comunicativo, ni que el escribiente se sintiera, a veces, decepcionado con ese carácter. Por ahí le gustaría oír algún comentario sobre lo que escribía. Pero, ¿Qué se le podía hacer?

Ya se habían retirado todos. Era tarde.

Apago las brasas que quedaban y se volvió a su casa, en su tiempo.


Córdoba - Argentina - 20 de Mayo de 2017



Tiempo de Perdida – 1813 – Perdida por mucho tiempo
 Parte 2
 Omar La Rosa


#tiempoderelatos

martes, 9 de mayo de 2017

4.- M FOR MENDIETTA

No hay tiempo mal vivido, sino mal interpretado
#Tiempo de relatos
De: Judith Bachiller
Laura Romera Ardilla+ Alex Sppoky

Notes:
Este fanfic forma parte de "Tiempo de Relatos", un movimiento realizado por fans y para fans MDT. Los relatos (Trama 1) tienen el punto en común de que giran en torno al mismo arco principal: Darrow libera un gas en el Ministerio del Tiempo que hace que los agentes no sepan distinguir los cambios realizados en la Historia, salvo Amelia, Pacino, Alonso y quizá algunos mas...


..
Los pasillos del hospital eran tan normales que a Constancia le parecía una afrenta al indómito carácter de Lola Mendieta. Su amiga Mendi no merecía una cama de hospital como última morada, ella tenía que morir de pie, o en un accidente de avión en el siglo XIX, o en las únicas islas árticas del territorio español. Cáncer hepático y un hospital eran mucha vulgaridad para una mujer con tanta clase, pero los finales en la vida real son mucho más anticlimáticos que en el cine.
Al llegar a la habitación se cruzó con un hombre trajeado, canoso, con aire de cargar con preocupaciones de más. El hombre la vio pero no le prestó ninguna atención y se fue con su cara de lunes duro e interminable.
̶ ¿Mendi, ese era tu famoso director del Ministerio del Tiempo? ̶ dijo Constancia sin siquiera saludar.
̶ El mismo que viste y calza, a sacarme un último favor de moribunda. ̶ La sonrisa socarrona de Lola no tenía cabida en aquella cara demacrada por la quimio.
Contuvo el aliento, esperando el milagro, una cura de última hora, algo que avivara la esperanza, un clavo ardiendo. Lola era para Constancia como ese profesor que te encuentra cuando estás perdida y eres joven y te devuelve la ilusión. Lola solo se rió cansada.
̶ Ancia, Ancia, ilusa como siempre. Sí que me ha prometido cambiar el tiempo para evitar esto. ̶ Se señaló a sí misma. ̶ Pero sé que no lo va a hacer, y el tiempo juega a su favor, él solo tiene que esperar para ganar, incluso si quisiera actuar, intuyo que es tarde para mí.
̶ ¿Qué le has dado esta vez si sabes que no va a cumplir?
̶ Una forma de salvar a la patrulla, por cierto, hay papeles en mi casa con los que te tendrás que quedar, no quiero que nadie los toque, quémalos. Y no me mires así, le he dado lo que quería porque no puedo evitarlo, Amelia es una debilidad, me recuerda mucho a ti.
̶ En absoluto. Ella no ha tenido la suerte que tuve yo cuando te presentaste en aquella exposición del MOMA.
Acercó una silla a la cama para hablar largo y tendido con su amiga, pero por dentro solo podía pensar en que le debía una a Mendi. El MOMA había sido un sueño cuando acabó la carrera de interpretación y el máster para especializarse en arte, subastas, triquiñuelas legales del mundo del arte... Y lentamente se había vuelto una pesadilla aburrida que la tenía atada a un solo sitio, una vida marchita y un trabajo que no suponía ningún reto. Siempre aprendiendo por su cuenta y siempre con el resquemor de que nunca usaría nada de lo aprendido.
Aburridísima hasta que llegó Lola a su vida como un huracán, claro. Lola la usó, lo tenía claro, la arrastró a una vida con más vida por metro cuadrado, la introdujo a una suerte de Bohemia moderna. “La Mendi” había cambiado el contexto en el que vivía y con eso le había cambiado el significado a todo.
Aunque Constancia era intérprete, según el título que colgaba en alguna pared en casa de sus padres en Zaragoza, los últimos años se había dedicado a hacer oficiales y posibles las compras de arte de Darrow. Ya se sabía los entresijos legales entre los que se movían los marchantes oficiales y Lola le había abierto la puerta trasera de aquel mundo que ella creía conocer.
Bueno, le abrió aquella puerta y muchas otras.
Por ejemplo, le abrió la puerta del día de la inauguración del Prado y la puerta de Gaudí, y en varias ocasiones la puerta a la Barcelona de 1909, que por cierto, fue la única vez que Constancia pasó la noche en el calabozo. Y todo por separarse de Lola; fue durante las escenas más escalofriantes a las que llegó a acompañarla, quizá aquellas terribles imágenes de las que fue testigo la despistaron e hicieron que se perdiera entre el mar de revolucionarios de Barcelona.
Si no llega a ser porque había entablado amistad con Francisco Ferrer i Guardia seguro que su vida hubiera sido historia. Aquel hombre le había cogido mucho cariño desde el primer momento y embaucó a un trío para que la sacaran de aquel infierno. No había vuelto a ver al barcelonés, cosa que lamentaba profundamente, ni a los tres héroes involuntarios, cosa que no le importaba demasiado.
Ya se hacía suficientes enemigos por buscar aventuras con Lola, como para añadir otros tres de golpe. Además, ella en aquel momento los tenía de corbata, la verdad. Los otros prisioneros morían como moscas y ella debía de tener pánico e incomprensión tremendamente sinceros pintados en la cara.
Incluso después de que aquellos dos hombres de acento demasiado castellano como para ser de por allí y la señorita de dicción instruida lograran sacarla del agujero negro, pasaron días hasta que volvió a encontrar a una Lola que la buscaba como loca. Al final ambas habían vuelto al presente bastante aliviadas y no habían vuelto a hablar del incidente. Aquello no impidió que Constancia volviera a viajar en el tiempo con Lola.
Por eso no importaba que Lola hubiese usado su aburrimiento vital supino para construir parte de su imperio ilegal. Ni le importaba Darrow, ni el tiempo ni el ministerio del que Mendi había huido. Lo que le importaban eran las botellas de vino que Lola había escondido en el pasado y ellas se habían bebido en el presente. Lo que le importaba eran las visitas a puertos fenicios cuando no tenían un negocio entre manos y las carreras con los primeros coches de carrera que llegaron a España y el escándalo de que mujeres los condujeran.
Lo que le importaba era que Lola no se merecía estar tan joven y tan débil en aquella cama de hospital. Constancia sentía que si Lola se iba, con ella morirían sus ganas de ser feliz.
En el funeral hubo un sorprendente respeto y una colección de gente interesante, pero Constancia no se acercó. Se limitó a acudir a una pequeña recepción que lo que quedaba de Darrow había organizado en honor a todos los afectados por “los efectos secundarios de su proyecto”. Constancia quería vomitar; cáncer, joder, cáncer, que lo llamaran por su nombre. A la mierda con la hipocresía de aquella gente, a la mierda con el director del ministerio que no había cumplido con su promesa.
Constancia tenía razón, Mendi no estaba y el tiempo era eterno en un segundo. Pasaba demasiado rápido y demasiado despacio a la vez. Tuvo que intentar tres veces ir a casa de Lola (una de ellas) a tirar sus cosas, porque no hacía más que entrar y le invadía la rabia. Se deshizo de muchas cosas, escondió otras, mandó lo que le pareció a donde creía que correspondía, pero fue completamente incapaz de quemar las cartas, los documentos, los bocetos…
Se había quedado todo en una de aquellas carpetas grandes para artistas, que al final era lo que había sido Lola en vida: una artista, artista de lo ilegal y lo alegal, pero artista. Lo tenía todo guardado detrás de un armario y lo sacaba para estudiarlo cada vez que la echaba de menos.
En eso estaba cuando sonó el móvil. Era uno de sus contactos de Darrow y estuvo a punto de cometer el error de no responder.
̶ Rodrigues, there was a successful hit. We have a USB with maps and we are organizing something with it, something big, those Spaniards won’t know what hit them, they shouldn’t have killed the boss. Can we count on you?
̶ Sure.
Y una mierda “sure”, claro. Pero ellos de eso no se iban a enterar, igual que no se enteraban de que era española y no americana de familia mexicana como siempre asumían. ¿Por qué? Fácil, porque buscaban venganza, venganza por lo que había hecho Lola. Tan, tan estúpidos, venganza por su venganza, ojo por ojo… Ella se hubiese reído de la ironía, pero ella ya no estaba… A menos que Constancia hiciera algo al respecto.
Si algo le había enseñado Lola, era a seguirle el ritmo o caer en el intento. Es decir, las mentiras, engaños y medias verdades eran parte de su repertorio de armas. Antes de aquella llamada solo tenía rabia, pero esa llamada significaba que los cabecillas de el Darrow original habían ido en busca que nuevos chanchullos, y los que quedaban estaban perdidos, lo bastante como para contar con ella para un plan.
Si había un plan y si le dejaban la menor oportunidad de participar en él, Constancia haría todo lo posible por aprovecharlo. Por la Mendi.
...
Era muy sencillo, consistía en tirar la piedra y esconder la mano sin que nadie llegara a verla. La palabra adecuada en el momento justo.
̶ ¡No me diga! Y no conoce usted al doctor Williams, no se preocupe, yo les presento. ¡Doctor Williams! Hola, doctor Williams, le presento al señor Doe, era ingeniero para Darrow, jefe de I+D, ¿sabe? tiene que hablarle de aquello que me comentó del gas y la memoria.
La persona conveniente con la idea adecuada...
̶ Desde luego, Allan, un insulto, nos han hundido la vida. ¿No cree que sería necesario algo que… no sé, algo que nos distinguiese? Sí, exacto. Un golpe, atacar, toda la razón. Eso, donde les duela, en la historia.
…o la persona conveniente con la idea inadecuada.
̶ ¡Justo eso es lo que le dije a Allan! ¿Frontal, sin estrategia? Es un poco… bruto. Mire, escuche, a él no se lo quiero ni mencionar, pero hay que darles donde las duele. Exacto, el tiempo. Desde luego usted sí que piensa, algo así tenía yo en mente. ¿Qué mayor insulto que hacerles inútiles en su gran cruzada para defender la historia? ¿Conoce por casualidad a Williams y Doe? Han estado desarrollando un gas…
Atando cabos sueltos…
̶ No, claro, no se pueda aguantar su actitud de jefecillo ¿Quién se cree? Claro, claro.
…y desatando tormentas.
̶ Ese hombre nos va a poner a todos en peligro, no se puede trabajar así, ¿no hay nadie que haga algo? Ya no por Darrow, sino por todos nosotros, por el bien de los que quedamos y para llevar nuestra venganza a buen puerto. Sé que nadie quiere sustituir al jefe tan pronto, pero… Oh, o sí, ya veo.
Haciendo tantos amigos como enemigos por el camino.
̶ Me importa un bledo vuestro ideal capitalista. El objetivo no es robar el libro de las puertas. La empresa se ha ido a pique y ni entre todos podríamos levantarla, ahora lo único que hay que decidir es si vais a ayudar o si vais a dejarnos hacer todo el trabajo al resto.
Vamos, aportando su granito de arena.
̶ Allan, quiero que esto prospere, pero vas a tener que confiar en mí. Tengo documentos del Ministerio, pero no puedes preguntar de dónde los he sacado. ¿Qué te he dicho? Chitón.
Algunos dirían que como un granito de arena en una ostra…
̶ Sus ideas no cuadran en absoluto con las nuestras, no hay necesidad de saboteos, la historia se corrompe sola, solo tenemos que quitarles la habilidad de detectarlo. Exacto, señor, son un riesgo para la misión, de verdad lo creo. ¿Cree que habría algún modo de cortar la comunicación con ellos?
̶ Allan, piensa lo que haces, imagina lo que puede pasar si nos dividimos ¿no crees que los necesitamos? ¿no? Vaya. ¿Distanciarnos? ¿Por completo? Claro que pienso que necesitamos un enfrentamiento frontal, que sepan que somos nosotros, que sea una venganza, pero… ¡Vale, vale! No hace falta ponerse así.
…incordiando hasta que se forma una perla.
̶̶ Claro, como experta en cultura española os recomiendo estos días; son lo que allí se llama puente y va a coincidir con una huelga de transporte en Madrid. No habrá mucha gente.
̶ ¿Está seguro, ese día? No, no, yo no digo nada, es que… Bueno, es que la semana siguiente hay huelga y vacaciones y, claro… Bueno, en mi humilde opinión, el día ideal sería este.
Fácil, fácil, fácil.
...
Constancia dio buen uso a la información, tanto la que tenía Darrow como la que Lola había dejado atrás. Dedicó mucho tiempo a memorizar fechas, pasillos, escaleras ministeriales y pasadizos en calles oscuras. Tardó mucho en trazar una ruta segura, era una locura, era como esos problemas de lógica y matemáticas con tres recipientes y ninguno es la medida que quieres conseguir.
En los márgenes de un documento garabateado aparecía varias veces “¡¡¡No tienen sentido!!!” escrito con una letra nerviosa; alguien que no había tenido el empeño de Constancia. Debajo aparecían más explicaciones: “Tras estudiarlas durante meses no hemos llegado a una conclusión. No hay un algoritmo, no hay lógica discernible. Las puertas cambian, evolucionan, se cierran en bucles, aparecen y desaparecen sin motivo aparente la mitad del tiempo, su comportamiento no es tanto mecánico como… Orgánico. Como si hubiera una mente emocional y no necesariamente lógica encargada de su distribución. Si no fuera ateo, diría que es cosa de Dios. –Ventura Reyes”.
Por un momento se quedó mirando los planos del ministerio de Argentina, podría usar un atajo, la verdad… Pero no; tenía que ser lista y quedarse oculta en el caos que causarían en el Ministerio Español. Si se alejaba mucho corría el riesgo de que la descubrieran con facilidad.
De modo que se quedó otras tantas noches despierta buscando la solución a sus recipientes de tiempo y espacio. Todo era muy delicado porque cada vez que pensaba que lo tenía se daba cuenta de que era la fecha correcta pero daba a Filipinas o que la puerta 12 que pretendía atravesar en realidad no existía si llegaba a través del siglo XV.
Era un caos, pero lo que tenía claro era que Lola se equivocaba: no era demasiado tarde si aún se podía hacer algo, y no importaba la mezquina venganza de los yanquis, ni si caía el Ministerio. Por eso había movido hilos como Lola sabía hacer, había usado a sus compañeros de Darrow, había propiciado los enfrentamientos y había coordinado los dos bandos principales; I+D con el gas y los radicales que querían sabotear la historia.
Mientras ellos se enfrentaban al ministerio, ella volvería al día que Darrow decidió crear el túnel del tiempo y por sus muertos que Darrow se pasaría el resto de sus días como agencia de viajes al Torrelodones americano mientras su director criaba malvas. Lola había apretado el gatillo una vez, Constancia solo tenía que ir y hacerlo un poco antes.
...
Las máquinas de gas y el equipo de asalto estaban listos mucho antes de que ella encontrase una solución a su enigma. Los cálculos eran tan delicados como los planes de infiltración, pero si todo funcionaba, el gas haría que incluso los funcionarios no notasen ningún cambio en el tiempo, no notarían que les estaban atacando, la puerta acabaría sellándose igualmente, pero tardaría bastante porque con cada cambio de circunstancias olvidarían lo que antes era un hecho. 
Afortunadamente, Constancia encontró la ruta perfecta a tiempo. La memorizó y se deshizo de todos los cálculos que no fueran el resultado final. El agente que se había encargado de la logística logró enviar ambos equipos a Madrid sin que ninguno de ellos supiera del ataque del otro. Sobre todo porque Constancia le dijo que ir por separado era parte del plan para no levantar sospechas.
El equipo de asalto tenía que ir a una puerta que el ministerio desconocía en una caseta de mala muerte en medio del campo; el equipo con las máquinas de gas iba a entrar por la entrada principal. Habían pinchado varios teléfonos e interceptado una llamada para arreglar de nuevo un aire acondicionado en mal funcionamiento.
El enfado del funcionario que fuera era monumental así que le alivió saber que en lugar de los técnicos de la última vez, ahora iban a enviar a ingenieros americanos. A Constancia siempre le mosqueaba un poco que los propios españoles se sintiesen más seguros en manos de extranjeros cuando todo era más de lo mismo. Pero no sería ella la que se quejase si eso les permitía meterse en el ministerio.
Así que todo estaba listo.
Constancia suspiró.
...
Todo iba bien. Estaban dentro, las máquinas estaban instaladas y ella llevaba varias máscaras antigás en una bolsa que había colado como útiles para arreglar el aire acondicionado. Mientras el equipo se despedía y se marchaba para soltar el gas de forma remota, ella se excusó buscando el baño. Sobra decir que en realidad se dirigió al pozo de las puertas. De camino allí se cruzó con unos agentes de Darrow que la sorprendieron porque no tenían que dirigirse por allí, pero eso no era asunto suyo. Se puso la máscara antes de que fueran en punto, la hora señalada.
Saltaron las alarmas, probablemente por los despistados del grupo de asalto de Darrow. Funcionarios corrían sin saber adónde. Unos salían, otros entraban, el gas entró en acción, el grupo de asalto llegó por donde ella había sugerido y la vieron en lo alto de la escalera con un gesto de confusión.
Foto de Tamara Arranz
En una esquina, viendo el caos crecer, Constancia supo que aquel era el mejor momento en meses, quizá incluso años. Aquel era el momento en el que solo ella sabía lo que estaba pasando; la persona que llevaba las riendas no era ni de Darrow ni del Ministerio. Respiró orgullosa durante un momento. Aquello no duraría; había que disfrutarlo.
Alguien, la patrulla de la que tanto hablaba Lola en los últimos meses, debía de haber encontrado la forma de combatir el gas y habían sellado el ministerio del pozo de las puertas, pero daba igual, los saqueadores y ella estaban ya dentro. Un pequeño grupo de funcionarios aporreaban la puerta sin darse cuenta de que al otro lado era donde estaba el gas.
Ella bajó por la escalera, dejó la bolsa en el suelo y le tendió una de las máscaras al jefe de la operación.
-What are you doing here?
¿Que qué hacía ella allí? Vaya un desagradecido, encima de que había traído máscaras para todos los agentes de Darrow que iban dando órdenes. Aunque aquel hombre no era tonto, probablemente al verla se habría dado cuenta de que las máscaras eran solo para prolongar el caos un poco más cuando el gas se filtrase en un rato e inundase también el pozo.
Ella no respondió y él admitió la derrota aceptando la máscara que Constancia le tendía.
̶ Go on your way and I’ll go on mine. ̶  Sugirió ella.
̶ This is treason. Know that if I happen to find the door to your birth you will never have had the chance to betray us.
La conspiradora se rió sin pizca de humor de aquella amenaza vacía y puso rumbo al pasillo en el que empezaba su viaje. Ella no tenía tiempo para chorradas y ellos tampoco. El resto de agentes la dejaron pasar sin comprender lo que hacía allí su intérprete, pero Allan lo había entendido a la primera y le taladraba la nuca con la mirada.
Teniendo en cuenta que ella había diseñado el plan de extracción para salir por la puerta blindada que se acababa de cerrar; teniendo en cuenta que Constancia sabía que aquella puerta se iba a cerrar y no había avisado a nadie… Sí, lo cierto es que los había jodido bien jodidos.
Que no hubieran escupido en la tumba de Lola cuando fue ella la que los libró de que los siguieran usando y envenenando. No, se habían ganado que los pillaran. Constancia solo lamentaba que el equipo del gas hubiera escapado, pero si los funcionarios les seguían el rastro los encontrarían. Quizá con más facilidad de la esperada porque Constancia se había hecho con todos los pasaportes falsificados de los agentes, así que lo tendrían crudo para salir del espacio Schengen.  
Mientras se alejaba, Constancia se quedó mirando al grupo de estadounidenses. El líder de los saboteadores del tiempo podía rendirse y marcharse por donde había venido, pero había aceptado la máscara. Incluso si no podía salir, incluso si estaba encerrado en aquel laberinto de puertas que cualquier bedel comprendía mejor que él, no iba a dejarse coger. Hizo uno de esos gestos militares que tanto le gustaban y movilizó a sus hombres para hacer cuanto daño pudiera antes de que les pillaran.
El militar hizo un conteo de sus saboteadores y cuando solo quedaban dos se dio cuenta de que le faltaba gente.
̶ Where are Smith and his team?
̶ They ditched us! Assholes!
Los agentes con los que Constancia se había cruzado, he ahí el único imprevisto del plan. Si la intuición no le fallaba, los inversores mosqueados con los que habló sobre dejar que Darrow muriera como empresa con su líder habían movido una ficha sin que ella lo supiera, pero no era un problema. Constancia no hizo gesto alguno para ayudar a los que fueron sus compañeros, tenía claro que Darrow no iba a ninguna parte en ese plan. Los capitalistas emperrados en continuar con el negocio robando el Libro de las puertas habían hecho lo mismo que ella: usar la confusión para sus propios planes.
Ya valía de retrasos. Siguió bajando la escalera y enseguida los cambios del equipo de saboteo temporal se hicieron notar. Bajo sus pies la escalera era de hierro forjado, ahora de madera, ahora de cobre. Ahora había luz y ahora no. Ahora la escalera subía y ahora bajaba. Las puertas no cambiaban. La gente a su alrededor cambiaba, los vestidos cambiaban, las caras, las paredes… todo. Todo salvo las puertas.
Incluso el estado de ánimo empezó a cambiar. Los que estaban agolpados se vieron afectados por el gas antes que el resto y en seguida volvieron a sus quehaceres, porque llegaban tarde o por el fastidio de que se hubiese vuelto a bloquear el ascensor.
A los ojos de una persona con máscara el mundo se volvió una máquina tragaperras que no dejaba de girar y variar. Constancia tenía una ligera idea de lo que se suponía que los saboteadores tenían que cambiar, pero podían haber cambiado el plan, porque no veía la relación entre el plan original y que las lámparas junto a las que pasaba tuvieran bombillas de alto o bajo consumo.
En cualquier caso, tenía un objetivo que cumplir así que se internó en un pasillo. A sus espaldas la escalera desapareció y volvió a aparecer en breve. Quizá el Ministerio era más difícil de destruir de lo que parecía. No lo había tenido en cuenta, pero si lograban destruir el ministerio… ¿podían desaparecer las puertas?
Se deshizo de aquella idea agorera, hizo un repaso de la solución al laberinto y cruzó la puerta que la llevaría 245 años atrás y a tres provincias de distancia. No se detuvo a mirar, tenía que cruzar cuatro manzanas y llegar a una puerta que la llevaría 63 años más adelante y a Canarias, luego otra 25 años adelante y otra 677 atrás, y no tenía tiempo para cambiarse en cada puerta, así que tenía que cruzar a toda velocidad como una exhalación anacrónica.
Daba igual la historia, pero su carrera por el tiempo la convertiría en el Giraldillo en la Giralda: atrayendo miradas inevitablemente. Y eso significaba que alguna patrulla acabaría siguiéndole el rastro, o algún cualquiera histórico la detendría por bruja, o por no ir lo bastante cubierta, o por ir por la calle sin un hombre…
Viajar en el tiempo y ser mujer no eran cosas fácilmente compatibles. Incluso la moda de ellos era un poco más intemporal. Pero el tema no era que la entretuviesen o que llamase la atención; era que no debían descubrirla demasiado pronto.
Dejó atrás calles embarradas, vías romanas, chozas a punto de ser consumidas por las llamas, hospitales, iglesias, hogares, asilos… Había mucha variedad, eso seguro. Constancia ignoraba a cualquiera que le dirigiese la palabra con mucha facilidad y apretaba el paso. Otra puerta, otro tiempo, otro viaje en el que no podía despistarse, especialmente en las ocasiones en las que las puertas llevaban a ministerios de otras épocas y volvía a aquella escalera llena de caminos donde era muy fácil confundir la puerta 96 y la 69.
Lo que la tenía más confusa era el aspecto cambiante de todo a su alrededor. El saqueo temporal seguía en marcha y sólo las épocas más antiguas y remotas escapaban a la escabechina crónica. Claro, que en Darrow no eran tan estúpidos como aparentaban, pisar el mamífero equivocado en el tropecientos antes de Cristo y puf, adiós humanos, aunque quizá entonces todos fueran humanoides-lagartos, quién sabe.
Estaba divagando. Era algo que hacía cuando se daban dos circunstancias: que estuviera nerviosa y que estuviera aburrida. Y el paseo estaba siendo francamente aburrido. Pasar y pisar sin dejar huella y sin que el viaje dejase huella en ella, como quien va a hacerse la foto frente al Guggenheim pero no entra.
Además, en lugar de observar los sitios observaba a sus gentes con paranoia agazapada y lista para echar a correr si era necesario. No tenía tiempo de ver de qué siglo era cada quién y en la vorágine de cambios mucho menos. Donde ella miraba en realidad era en lo profundo sus miradas, esa chispa que delataba malas intenciones.
Aquí era de día, aquí de noche, aquí invierno y aquí verano, Constancia ignoraba el frío, el calor y avanzaba en la oscuridad cuando era necesario. Tenía que mantenerse concentrada para que los cambios no la despistaran.
Al levantar la vista para tomar aliento notó que los cambios eran menos frecuentes, la velocidad del cambio disminuía y eso solo podía significar dos cosas, o el ataque había tenido éxito y no quedaba nada de la España que la vio nacer, o el Ministerio había encontrado la forma de detener el ataque. Constancia era amiga de las apuestas, pero esta estaba en un ajustado 50 %.
Lo que sí necesitaba tener en cuenta era que si la situación con Darrow estaba controlada, no tardarían en notar que quedaba un último anacronismo vagabundo. Debía apresurarse.
La siguiente vez que la deslumbró un sol de media tarde se quedó mirando la placa de una calle. Aparecía un nombre que no se correspondía con lo que ella se esperaba, pero era comprensible con tantos cambios. En ese instante la historia volvió a cambiar y la placa recuperó el nombre correcto y familiar. Constancia contuvo el aliento. Bien, estaban restaurando la historia, mientras estuvieran ocupados en eso ella podría seguir avanzando.
Cruzó tres puertas y volvió a un ministerio pasado; quedaba poco. Solo tenía que bajar dos pasillos y pasar por la puerta que la llevaría a aquel viaje a España que el difunto director de Darrow hizo en su juventud. Constancia solo llevaba encima uno de aquellos taser tan populares en Estados Unidos, pero ella lo había modificado para que la carga fuera letal.
Sería fácil, lo más complicado sería sonreír al grandísimo hijo de puta mientras se acercaba para electrocutarlo.
̶ ¡Oiga! ¡Eh! ¿Qué hace usted aquí en 1879?
Constancia maldijo por lo bajo pero no se detuvo.
̶ ¡Eh! Que nos han llamado a todos de vuelta a 2017 a…
̶ Yo a esa mujerzuela la conozco.
Constancia se giró; estaba a dos vueltas de distancia en la escalera de caracol, podía permitirse el lujo de echar un vistazo ante aquella sorprendente afirmación.
̶Tú también debieras de conocerla, Amelia ¿Acaso no recuerdas aquella peripecia en Barcelona con Julián? Sacamos a esta buena dama de un calabozo.
̶ Entonces la tía no es de este tiempo.
̶ Me temo que no, Pacino ̶ Constancia emprendió la huida sin dejarlos acabar. Efectivamente, tras aquellas máscaras de gas pudo distinguir a dos de los tres que la sacaron del calabozo en 1909. Vaya con su suerte. Tras ella oyó lo que cualquiera espera oír mientras es perseguido.
̶Pues si huye será ̶  la voz a lo lejos estaba entrecortada por la carrera.  ̶ que trigo limpio no es, ¿o qué?
Constancia cruzó la puerta que había memorizado y corrió por una calle concurrida intentando zafarse de sus perseguidores. Entró en un bar en el que los parroquianos la miraron mal. La puerta estaba en el lavabo de caballeros y al otro lado había otro ministerio.
Tropezó con alguien que acabó encañonándola.
̶Alto o disparo. ̶  El hombre con el trabuco se echó a reír.  ̶ ¡Qué cara has puesto! Voy a devolver esto a atrezo. En fin…
En cuanto el funcionario se fue respiró aliviada, pero el alivio le duró poco al ver que el hombre sacaba del bolsillo un Nokia del año de la pera. No, aquello no era correcto. La tecnología en el ministerio de aquel año según sus cálculos debía de ser bastante más avanzada. Y las cosas estaban volviendo lentamente a la normalidad, así que no era cuestión de un cambio temporal.
Bien podía ser que aquel funcionario en concreto le tuviera cariño al modelo viejo, o que el ministerio no tuviera presupuesto para nada mejor, pero le daba la sensación de que no era así. Corrió a la siguiente puerta sin darse cuenta de que alguien en el ministerio se había fijado en ella y en su extraño comportamiento.
Al otro lado Constancia se encontró con Madrid, efectivamente, pero era un par de meses tarde según el primer periódico que encontró, demasiado tarde y con la patrulla en los talones. Ya no había forma de salvar a Lola. Mendi la torbellino se quedaría dos metros bajo tierra por un estúpido error de matemáticas. Constancia estaba segura de que había hecho los cálculos bien, completamente segura, pero había tantas cosas que podían haber afectado sus cálculos, tantos factores que escapaban a su control… Quizá los informes con los que había trabajado estaban desactualizados, o quizá un giro en el pasillo equivocado había hecho que perdiera el hilo.
Había entrado con planes muy claros, pero ya no tenía claro qué más hacer; sabía que estaba irremediablemente perdida en el tiempo si no la sacaba de allí una patrulla, y eso solo si no la encontraba alguno de los agentes de Darrow y se vengaban por su traición primero. En cualquier caso, su única oportunidad pasaba por volver al ministerio y quizá, con un poco de suerte podría encontrar una una salida a 2012. Así solo perdería cinco años de su vida si lograra huir y si decidiera continuar viviendo a partir de ese momento.
Volvió sobre sus pasos y nada más atravesar el quicio le hicieron una llave y la inmovilizaron contra la pared tan rápido que no tuvo tiempo de ver quién la había logrado capturar.
̶ ¿A quién tenemos aquí, una espía? ̶  La voz ligeramente familiar se acercó a su oído. ̶  Déjame que te diga que no estás haciendo un buen trabajo, no tienes pinta de funcionaria.
Constancia tardó en responder, casi ni respiró, se quedó ojiplática mirando los ladrillos descubiertos de la pared.
̶ ¿Lola? ̶  Fue más un aliento incrédulo que una verdadera palabra.
̶ Una espía que ha hecho los deberes, por lo que veo.
̶ Cree el ladrón que todos son de su condición. ̶  Lola la presionó con más fuerza, pero Constancia logró reírse con una chispa de auténtico humor que no había cruzado su rostro desde que emprendió esta misión.
Sonaron pasos apresurados por la escalera, intuía que serían tres pares de pies y que, por lo tanto, se le agotaba el tiempo. No podía zafarse de Mendi, no la habían reclutado por nada. Si intentaba escapar el mejor de los casos era una luxación, pero no importaba, no importaba, no importaba, porque ahí estaba su ocasión, en bandeja de plata.
̶ Finge lo que tengas que fingir, miente cuanto sea necesario, Lola, pero tú no uses el túnel del tiempo. Limítate a las puertas. Es importante, no lo olvides, no te pega ser una mártir cuando queda un as en la manga. ¿Me oyes? El túnel malo, Darrow malo. ̶ Constancia no tenía idea de cómo hacer que Lola recordase sus palabras de chiflada dentro de a saber cuántos años.
̶ Mi día mejora por momentos, ¿ahora hacen el trabajo por nosotros?
El que habló era el hombre que Constancia no conocía. Pero la mujer que se aproximaba hacia ellas decidida, la mujer ilustrada que en su momento la sacó del calabozo, debía de ser la tal Amelia. Toda una ironía que dentro de poco la fuera a volver a meter en uno.
̶Disculpa, a partir de aquí nos encargamos nosotros. ̶  Amelia disimuló un respingo instintivo al reconocer a Lola.  ̶ Somos… una patrulla del ministerio actual.
Lola no terminaba de fiarse, pero la media sonrisa de Constancia parecía un tanto histérica e inspiraba poca confianza. Menos que la patrulla al menos.
̶ Extraña patrulla. Pero no soy quién para cuestionar las decisiones de Salvador. ̶  Constancia estuvo a punto de reírse. Una versión de Lola que no cuestionase a Salvador era completamente risible.
Lola sacó unas esposas de a saber dónde y entregó a Constancia a la patrulla. Alonso hizo presa en sus brazos y se notaba que era férrea. De ahí no iba a salir ni mordiendo. Constancia forcejeó débilmente, pero sabía que eran sus últimos minutos. No volvería a tener ningún control sobre la situación, era ahora o nunca, y Constancia no era muy amiga del nunca.
̶ ¡Lola! Un día te verás en un cruce de caminos; acuérdate de mis palabras: Toda puerta tiene una llave, pero no todo túnel tiene salida.
Las esposas tintinearon en el suelo cuando Constancia simplemente desapareció.
̶ ¡Supera eso, Houdini! ̶  Exclamó Pacino.
̶ En realidad…
̶Gracias por tu colaboración. Lamentamos que haya sido un esfuerzo en vano. ̶  Dijo Amelia extendiendo una mano a Lola.
̶ Siempre es un placer colaborar con el Ministerio presente. ̶  Lola se agachó y recuperó sus esposas, se quedó contemplándolas como si aún hubiera alguien en ellas.  ̶ Quién sabe en realidad lo que nos depara el futuro, quizá no haya sido en vano. Y dejadme que os pregunte, ¿y esas máscaras que llevabais los cuatro?
...
Apenas un parpadeo y Constancia ya no estaba maniatada entre la patrulla y una amiga que aún no lo era. Parpadeó lentamente. Miró a su alrededor. Volvió a parpadear. Estaba en un pasillo vacío del ministerio. Es más, conocía aquel pasillo, era el que la llevaría a la puerta que había estado buscando. Se sonrió. Ya no hacía falta.
Sabiendo dónde y cuándo estaba, era fácil desandar lo andado y volver al presente mediante una puerta que recordaba oculta en 1954.
Fácil, fácil, fácil.
...
Salvador caminaba apesadumbrado, pero impasible con una fachada de director impecable. Pasó frente a la cafetería del hospital para dirigirse a la habitación en la que había visto por última vez a Lola Mendieta. No se molestó en comprobar quién había o quién podía estar vigilándole. La pareja le vio entrar con discreción, no necesitaban esconderse detrás de un periódico cuando Salvador iba tan preocupado que no veía dónde pisaba.
̶ ¿Crees que va a decirte que hará lo que le pediste?
̶ Creo que va a darme un sermón sobre la importancia del tiempo y nuestra integridad y que busque en mí misma porque yo una vez fui funcionaria con ellos y eso implica anteponer el bien común… Puedes imaginar el resto.
̶ No sé. Quizá estés siendo muy cínica.
Lola no respondió. Se quedó mirando a Constancia, valorando hasta qué punto se creía sus propias palabras. No pudo distinguirlo, así que cambió de tema.
̶ En cierto sentido… Lamento que tu plan original no funcionase. Había hecho contactos en Darrow que si no están ya muertos lo estarán pronto. Y ahora que Salvador piensa que he muerto no hay nada que le impida olvidarse de la promesa que me hizo.
̶ Bueno, pero está hecho.
̶ Hablas como él. ̶  Se rió Lola.  ̶ El tiempo es el que es; lo hecho, hecho está; el pasado debe quedarse en el pasado.
̶ Oye, pero tengo mis dudas. Desaparecí del pasillo, supongo que porque mis palabras funcionaron, pero como que recuerdo dos vidas ¿me explico?. Me fui porque habías muerto, pero vuelvo y solo has fingido tu muerte, ¿o siempre has fingido tu muerte y me fui por nada, por cumplir algo fijo en el tiempo? ¿Ha habido un cambio, ha llegado a haber una paradoja, o hay alguna especie de universo en el que no estás viva? ¿Vamos a cruzar una puerta y encontrarnos con una lápida que diga que en realidad ninguna de las dos estamos vivas o algo?
̶ Ahí, está. Calla, ahí va.
Salvador se tapaba la boca con una mano y tenía un brote nervioso que por una vez parecía incapaz de controlar. Salió del hospital pero no se marchó, sino que se quedó allí, respirando aire de la calle y frotándose la cara con ambas manos. A Lola la sorprendió darse cuenta de que estaba llorando, o tratando de controlar las lágrimas. No se sentía culpable, en absoluto, no se sentía culpable de que fuese la segunda vez que le hacía creer que estaba muerta.
Y sin embargo se quedó mirando a un hombre de inquebrantable fortaleza y derrotado. Salvador parecía de repente mucho más viejo de lo que era en realidad, más viejo que nunca. Y a la vez parecía un niño desconsolado intentando ocultar las lágrimas porque le han dicho que tiene que ser fuerte.
̶ ¿Qué vas a hacer ahora que nadie se espera que tú muevas ficha?
̶ No tardarán en volver a esperárselo. No puedo montar un plan perfecto y no declarar mi autoría. ̶  Lola sonrió con una pizca de misterio a su amiga.  ̶ Hay que aprovechar que en este siglo las mujeres podemos firmar nuestras obras maestras.
Salvador se recompuso como pudo y se marchó con dos pares de ojos pegados a la nuca.  
̶ Pues yo creo que lo hubiera hecho, después del discursito, habría cambiado el tiempo.

                                         M FOR MENDIETTA  
No hay tiempo mal vivido, sino mal interpretado
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